Cuenta la leyenda que, en el principio del tiempo, solo había oscuridad. Y la oscuridad se sentía sola en mundo que no podía compartir. Y de su agonía, nacieron dos seres: las espadas gemelas, Muroh y Kaioh.
Kaioh dijo que podía defender a todo aquel que amase.
Muroh se enorgullecía de poder matar a quién se atreviera a ofenderle.
Y las diferencias entre ambos hermanos terminaron en una milenaria lucha.
La espada invencible y el filo más poderoso destruyeron casi todo su mundo durante la pelea, quedando ambas muy heridos.
Y su madre, al ver lo que había creado, lloró durante años.
Pero un día, la lucha cesó.
Y mientras se recuperaban de sus heridas, Kaioh se convirtió en la tierra de los muertos y Muroh en la de los vivos. Y su madre, la oscuridad, en el negro universo que los separaba.
Y de los trozos que ambos despidieron en la batalla, nacieron los diferentes planetas. Y de las lágrimas de su madre, la vida que en ellos habitaba.
Así comenzó la existencia.
Kaioh dijo que podía defender a todo aquel que amase.
Muroh se enorgullecía de poder matar a quién se atreviera a ofenderle.
Y las diferencias entre ambos hermanos terminaron en una milenaria lucha.
La espada invencible y el filo más poderoso destruyeron casi todo su mundo durante la pelea, quedando ambas muy heridos.
Y su madre, al ver lo que había creado, lloró durante años.
Pero un día, la lucha cesó.
Y mientras se recuperaban de sus heridas, Kaioh se convirtió en la tierra de los muertos y Muroh en la de los vivos. Y su madre, la oscuridad, en el negro universo que los separaba.
Y de los trozos que ambos despidieron en la batalla, nacieron los diferentes planetas. Y de las lágrimas de su madre, la vida que en ellos habitaba.
Así comenzó la existencia.