Sin control.
Entre tanto polvo, una flor.
Entre tanto polvo, una flor.
Las cadenas que cubrían su cuerpo no sólo hacían las veces de férreos carceleros, también le recordaban constantemente que estaba vivo y que esa, por triste y desalentadora que fuera, era la vida que le había tocado. Quizás por esa razón Broly pensaba que no había diferencia alguna entre lo que estaba dentro y fuera de esa habitación. El dolor era el mismo allá donde estuviese, a veces por fuera pero siempre por dentro. Y nada podía cambiar ese hecho.
Entonces, el rumor de una voz desconocida se filtró por entre las paredes. Y eso si era diferente. Era la preciosa voz de una mujer. No, no era una voz. Era un grito. Una exclamación de agonía infinita por parte de una chica.
Y en ese instante su imagen volvió a su cabeza. Vio sus ojos, sus labios, su dulce rostro frente a él,... Y una sensación de cólera lleno todo su cuerpo.
No entendía que le pasaba pero el mero hecho de imaginar que algo le pasara a esa chica le cegó por completo. No podía permitirlo. No quería permitirlo.
Su rabia creció y Broly dejó que todo su poder se extendiese por su cuerpo. En un abrir y cerrar de ojos, el saiya legendario que habitaba en su interior salió a la superficie y aquellas gruesas cadenas pasaron a ser tan duras como simples hilos. Broly salió de su celda y se dirigió al lugar donde provenían los gritos. Entró y observo aterrado como unos saiyas torturaban a la joven.
No hubo piedad.
En sólo unos segundos, Broly salió de la habitación dejando a su paso un baño de sangre y varios cuerpos mutilados. Era lo que se merecían, se justificaba el saiya legendario.
Sin rumbo fijo, salió al exterior y vio como le esperaban varios soldados para volver a reducirle. Pero esta vez no había tregua. A él le importaba poco su vida pero no volvería a permitir que nadie volviese a tocarla a ella. Todos pagarían por todas y cada de sus lágrimas.
Cuando les venció a todos, Broly alzó su mano y lanzó una fuerte descarga de energía sobre ellos. La explosión hizo que sus cuerpos quedasen despedazados y esparcidos por todos lados. Una carnicería era lo mínimo que se merecían esos asesinos.
Broly alzó el vuelo y se marchó lejos de ese lugar. Tenía cosas más importantes que hacer. Como protegerla. Al fin y al cabo, ¿qué malo había en cuidar de un ángel que no sabía volver al cielo?